POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
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La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

sábado, 30 de agosto de 2014

Infancia y juventud del poeta Miguel Hernández. Nació en Orihuela en 1910



1.- Miguel Hernández (Infancia y Juventud)

Miguel Hernández Gilabert nació a las seis de la mañana del domingo 30 de octubre de 1910 en la calle San Juan, números 72, 80 u 82, de Orihuela, según varios biógrafos, frente al convento de San Juan de la Penitencia de las Clarisas y donde naciera también el poeta-panadero Carlos Fenoll Felices. En una fotografía de Manuel Muñoz Hidalgo aparece su casa con el número 80. María de Gracia Ifach dice que era el número 82 con los años los números de la casa natal han ido cambiando. En la partida de nacimiento no se nombra el número de la casa, conocemos la casa pero no el número que tenía en 1910, lo cual tampoco tiene gran importancia, pues la casa está localizado y rehabilitada.  Fue inscrito en el Registro Civil en la Sección 1ª, Tomo 60, folio 188.  Esta calle pasó a tomar el nombre del falangista Antonio Piniés (de segundo apellido Roca de Togores, barón de la Linde); actualmente, en 2012 y por decisión de la corporación municipal ha pasado a recuperar su antiguo nombre, el de San Juan de la Penitencia.
 El 3 de abril 2008, en el Diario Oficial de la Generalitat Valenciana se publicó la licitación de la rehabilitación de la casa natal, lo cual fue un gran logro de la Fundación Cultural Miguel Hernández. Actualmente la casa se encuentra rehabilitada, pero cerrada y sin ninguna función, pendiente de alguna partida presupuestaria que la convierta en museo. En la acera de enfrente hay otra casa natal abandonada que se debería recuperar para la cultura oriolana, se trata de la casa natal del poeta-panadero Carlos Fenoll Felices, nacido el 8 de agosto de 2012.

Era  Miguel hijo de Miguel Hernández Sánchez de apodo «Visenterre», guarda jurado y tratante de ganado, nacido en Redován el 24 de octubre de 1878 en la antigua Travesía Mayor (Actual Calle Colón), falleció 26 de diciembre de 1952 (según investigaciones de Julio Calvet), a quien los negocios no le iban del todo mal, casado en segundas nupcias con  Concepción Gilabert Giner (Concheta) nacida en Orihuela en 1879, que falleció el 16 de diciembre de 1942. Se ocupaba de las tareas de la casa y del cuidado de sus hijos. Tres días después de nacer fue bautizado en la Parroquia de El Salvador con los nombres de Miguel-Domingo, por haber nacido un domingo, aunque otros dicen que el coadjutor se llamaba don Domingo Aparicio, y les ponía su nombre como segundo nombre a todos los  niños que bautizaba. 
 Fueron siete hermanos: Vicente (1906-1979), Elvira (1908-1994), Miguel, Concha, Josefina, Monse y Encarnación (1917-1993). Concha, Josefina y Monse fallecieron en la infancia.
 El apodo de la familia, como es de costumbre nombrar a las familias en los pueblos era el de los Visenterre, (los abuelos paternos se llamaban Vicente y Vicenta, y un tío, hermano del padre también  Vicente). Una familia no pobre, sino humilde y trabajadora, propietario de un rebaño de cabras, leche y cabritos de carne, además era quien comerciaba casi todo el ganado caprino de la Vega Baja que enviaba a su hermano Francisco, el Corro, en tren a Barcelona, que era donde vivía éste.  Al fallecer el Corro cambió la vida de Miguel cambió, pues fue sacado del colegio de Santo Domingo el 25 de marzo  de 1925.
 El abuelo materno, Antonio Gilabert Berná era tratante de caballos, posiblemente surtía de caballos a las plazas de toros para la suerte de varas, esta actividad de tratante de caballerías era propia de gitanos, a esta familia la conocían por los Mansebos, de etnia gitana, es decir que nuestro poeta tenía más sangre gitana que el autor del Romancero gitano, que por el contrario, no tenía ninguna.
 El padre Miguel, según José Luis Ferris Miguel Hernández. Proceso y muerte de un poeta, (2008, p. 28), tenía cierto capital y  era un hombre «duro y autoritario, tozudo y conservador, intransigente y de carácter fuerte, marcó siempre las distancias entre él y sus vástagos sin que le temblara el pulso». Mi parecer es que era un padre propio de su época, a los que los hijos les llaman de usted, de origen labrador hecho así mismo por el trabajo, nacido en el último tercio del siglo XIX, tiempos confusos en la política y en la economía con mentalidad práctica de subsistencia.
                           
 Orihuela era una población de economía agrícola, industria del cáñamo y cría del gusano de seda, comercio local y sede de numerosas órdenes religiosas con 33 iglesias, bautizada literariamente como Oleza por Gabriel Miró. Pero antes se llamó Orcelis, Tudmir, Aurariola... Tierra de oro, que este es su verdadera etimología, aunque no consta que hubiera minas de oro, quizás más por el Pájaro Oriol (pájaro de oro con espada) que es símbolo de la ciudad. También es La Diablesa un paso de Semana Santa que no puede entrar en la catedral.  
 Ciudad protegida por los fríos del Norte por la Sierra de La Muela (464,1 m, de altitud),  donde se alza una gigantesca cruz de hierro que desapareció durante la guerra civil y vuelta en levantar en 1942. Sobre un cerro de menor cota, que es el cerro de San Miguel  los almorávides coronaron un castillo fortaleza, actualmente en ruinas, y en cuya falta se eleva el Seminario de San Miguel del siglo XVIII, por eso se dice popularmente que Orihuela es el demonio porque está a los pies de San Miguel. De la conquista de este castillo por los cristianos nació la leyenda, más que historia, de la heroína Hermenegilda-Eugenia, la Armengola, fiesta que se celebra cada 17 de julio.
La situación política en España de 1910, era la siguiente: Reinado de Alfonso XIII. Presidente del Gobierno don José Canalejas y Méndez desde el 9 de Febrero, hasta el gobierno provisional de don Manuel García Prieto el 12 de noviembre de 1912. El conflicto más importante era la guerra de Marruecos, en el verano de 1909, la movilización de reservistas provocó la Semana Trágica de Barcelona. En 1913 había sesenta y cinco mil soldados destinados en Marruecos, con considerables bajas del Ejército español. La política local hasta aproximadamente el año 1911  se dio una situación de dominio indiscutido de uno de los partidos turnantes: El Partido Liberal.

 Volviendo a la infancia de Miguel Hernández, a los cuatro años se trasladó la familia a la calle Arriba, 73 (hoy calle Miguel Hernández), en un altozano colindando con el monte y la parte de arriba de la ciudad, a espaldas de la capilla y colegio de Santo Domingo.  Hoy convertida en Casa-Museo  desde 1981, adquirida por el Ayuntamiento de Orihuela, podemos comprobar que tiene tres dormitorios, cocina, patio interior pozo de agua, corral y huerta con higuera y limoneros.    De párvulo estuvo en Nuestra Señora de Monserrate. A los ocho años empieza a asistir a la escuela del Ave María, como alumno pobre,  bajo la tutela del seglar granadino don Ignacio Gutiérrez Tienda, que dependía también de los jesuitas. Iba al colegio y también ayudaba en cuidar el ganado junto a su hermano mayor Vicente, aprende a ordeñar y las particularidades de este; hoy día, los cabreros se llaman: empresarios caprinos.
 El joven Miguel destacó en los estudios por su despierta inteligencia, llamó la atención de los jesuitas, y  como era  su costumbre seleccionar a los niños que creían idóneos para pertenecer  a la Compañía de Jesús por su inteligencia,  con trece años le admitieron en el Colegio de Santo Domingo junto a los hijos de las clases acomodadas con una beca para que siguiera la carrera eclesiástica, donde estudió: Gramática, Aritmética, Geografía y Religión, aunque destacó en Gramática y Religión. A los dos años de haber ingresado en el Colegio, y próximo a cumplir los quince años de edad,  su padre lo necesitaba como jornalero al cuidado del rebaño familiar, y se puso a trabajar como pastor y repartidor de  la leche de casa en casa.
 Otras versiones aseguran que los jesuitas propusieron al padre ingresar a Miguel en dicha Orden de Jesús, y éste no quiso desprenderse de un hijo/jornalero que necesitaba para seguir en sus negocios ganaderos, puesto que  solamente tenía dos varones para las cabras,  ya que este no era oficio para  las mujeres.
 Don Miguel saca a su hijo del Colegio de Santo Domingo en marzo de 1925, lo supuso para el joven una gran humillación, sobre todo cuando desde el monte veía a sus antiguos compañeros del Colegio de Santo Domingo. En esta época coincide con la muerte del tío Francisco, apodado Corro, en Barcelona con el que negociaba el envío de ganado por tren a Barcelona. Se ha desmentido por Ramón Pérez Álvarez que trabajara Miguel en la tienda de textiles El Globo, situado en los Hostales, hasta que un incendio destruyó el local, puesto que este incendio ocurrió el 9 de marzo de 1925, cuando asistía al colegio.

     Miguel persiste en su auto-educación, visita la biblioteca del Círculo de Bellas Artes y Círculo Radical, lee cuanto cae en sus manos y se deja asesorar por lecturas en la biblioteca privada del canónigo don Luis Almarcha, sobre todo clásicos, que vivía en la misma calle  de Arriba, así como lecturas bajo los auspicios de Ramón Sijé. Además jugaba de delantero centro en el equipo de futbol de la calle de Arriba «La Repartiora», cuyo himno  de acento jocoso y burlesco lo creo Miguel. El equipo rival era el C.D. Los Yankees creado en 1933, formado por: Esteban Sanmartín; Vicente Villagrasa, Chino; Verdú, Bigote, Cremades; Corro, Gramalier, Manuel Soler Muñoz «Lolo», Colomina (padre del escritor oriolano Antonio Colomina Riquelme) y Segura. Curiosamente, el guardameta era el famoso  «Lolo»  que fuera después portero del Orihuela C.F., a quien Miguel le dedicó una elegía sin hacer muerto, simplemente porque sufrió una brecha en la ceja y se los llevaron en camilla del campo de fútbol, éste hecho debió inspirar al poeta y por ello le dedicó  «Elegía al guardameta» de estilo encomiástico y dedicado A Lolo, sampedro joven en la/ portería del cielo de Orihuela. Lo compara con San Pedro que es el guardián de las Puertas del Cielo.

     Tu grillo, por tus labios promotores,
     de plata compostura,
     árbitro, domador de jugadores,
     director de bravura,
     ¿no silbará la muerte por ventura?

      Esta elegía ha sido ampliamente estudiada por José María Balcells en su ponencia «Variaciones  elegiacas hernandianas» publicada en las Actas del III Congreso Internacional Orihuela & Elche & Alicante, Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil Albert, Tomo II, 2012, pp, 253-262, donde comenta: «Miguel Hernández, buen conocedor de las exigencias del paradigma elegíaco, convierte, por arte de birlibirloque literario, al herido en un muerto. Y aun recalca en varias oportunidades que ese suceso tuvo consecuencias fatales irreversibles…». Advierte en la nota 7 de su ponencia que el poema hernandiano debió inspirar al escritor Salvador García Jiménez para su novela Coro de alucinados (1975), cuando da por muerto al portero Comba en lance de su torpeza con el larguero.

      También se le reconoce afición a las corridas de toros.

Miguel se rebela contra la humillante decisión de su padre por ex-colarizarlo, y con resuelta decisión, orgullo y tenacidad, y bajo una lluvia de tortazos y mal trato a los veintiún años deja el hogar paterno y se macha a Madrid; tras ser dado en el Servicio Militar como excedente de cupo, lo cual le desilusionó, puesto que él quería servir para salir del entorno paterno. De 2 de noviembre de 1932, es la data de la carta que escribió a Jesús Poveda, que hacía el Servicio Militar en submarinos de Cartagena, para que le informara de cómo redactar la instancia para ser marino.

......................NOTA para desocupado lector..............
Para leer la obra y vida de este univeral poeta, periodista y dramaturgo Ir al pdf "Miguel Hernández, poeta del pueblo en 40 artículos" de Ramón Fernández Palmeral.


"Cuando te hago el amor", de Ana María Álvarez

CUANDO TE HAGO EL AMOR





















Cuando te hago el amor
se despierta en mis manos una paloma blanca
que vuela por tu cuerpo, recorriendo tu espalda,
que surca por tus hombros, y besando tu cuello
se enreda en tu cabello.

Cuando te hago el amor
se me inflama en el pecho un volcán, una hoguera,
ardo en cada caricia, y me enciendo completa
y circundo tu cuerpo con mis brazos y piernas
y en mi centro gobiernas.

Cuando te hago el amor
se estremecen mis poros, mi piel y mi voz tibia,
te recibo sedienta, ahondas en mi enigma,
derramas mil sonetos en mi lecho florido,
me convierto en latido.

Cuando te hago el amor
nuestros cuerpos se vuelven engranaje perfecto,
comunión de dos almas, melodía de ensueño,
la nota, el pentagrama, un puzzle de dos piezas
donde acabo y empiezas.

Cuando te hago el amor siento que nace
una rosa encarnada en mis entrañas.

Ana Mª Álvarez ©

Read more: http://aversolimpio.blogspot.com/2009/05/cuando-te-hago-el-amor.html#ixzz3BtmJwQ1y

"El columpio", cuento de Paqui López "Sharada", en La Verdad de Alicante

El columpio

  • «Se quedó mirando cómo el niño flexionaba las piernas y subía cada vez más alto. Le pareció que pronto tocaría las estrellas»

                                                 (Paqui López además de escritora es pintora)







        Inocencio y Pitti caminaban hacia la nueva aventura que volvería a aportar emoción a sus vidas. Al llegar a un pequeño pueblo de casitas blancas, vieron un bonito parque lleno de flores, en el que se escuchaban las voces de unos niños que cantaban y jugaban. Esto les animó a quedarse.
      -Vamos a descansar y mañana seguiremos el viaje-, apuntó el cerdito.
El pajarillo accedió, puesto que también él estaba cansado. Buscaron algo de comida por los alrededores. Algunas migajas de pan y algunos trozos de chorizo y jamón que habían caído de las meriendas de los niños. Luego se sentaron a contemplar el cielo de aquella tarde de verano.
    Algo alejado de los dos amigos había un columpio y mientras Pitti dormía apoyando sus patitas en el borde de un banco, Inocencio salió moviendo su trasero, en dirección a dicho columpio. Al llegar, un niño subía dispuesto a jugar un rato. El pequeño cerdito se quedó mirando cómo el niño flexionaba las piernas y subía cada vez más alto. Le pareció que pronto tocaría las estrellas.
    Inocencio sintió de nuevo el deseo de volar. Cuando el niño, cansado de jugar con el columpio, lo abandonó, el cerdito se acercó, algo tímido y dándole un leve empujón con su hocico, hizo que se balanceara hacia atrás. En su ignorancia, no se apartó a un lado y cuando el columpio volvió dio de lleno en su cabeza dejándolo casi inconsciente, haciéndole ver las estrellas que tanto le gustaban.
Cuando recuperó del todo la conciencia, sintió que le dolía la cabeza. Mientras tanto Pitti, que se había despertado, salió en su busca.
    - Pero, ¿qué tienes en la cabeza? -se refería a un gran chichón que se apreciaba entre sus orejas-.
    - No sé, yo no puedo verme. Pero algo muy duro me ha golpeado.
Pitti vio que el columpio aún se movía y comprendió lo que había ocurrido.
  - Vamos, seguiremos nuestro camino.
   - ¡No, no! ¡Quisiera intentarlo de nuevo! ¡Debo ir al columpio para alcanzar las estrellas!
   - De acuerdo. Pero hagamos bien las cosas. Busca algo para subir. ¡Mira! ¡Allí hay una piedra que te puede servir de escalón!
    Inocencio, ni corto ni perezoso, empezó a empujar la piedra con su morro. Cuando la improvisada escalera estuvo debajo del columpio, el cerdito subió y, de esta forma, pudo estabilizar el juguete que le llevaría cerca de las estrellas.
   Comenzó a flexionar sus cuatro patas de la misma manera en que vio hacer al niño. El columpio se movió y, poco a poco, se alejaba más del suelo.
   -Pitti, mira, ¡Ahora sí que puedo decir que estoy viviendo la gran aventura!
    Cada vez el columpio subía más alto. El pajarillo estaba asustado, ya que su amigo no podía agarrarse a nada. Así fue que cuando más alto estaba, se le fueron las patas y el cerdito salió disparado, cayendo a dos metros, en una charca de barro.
     Pitti acudió volando a su lado y le vio todo sucio y dolorido.
    - Querido amigo -dijo Inocencio-, hoy, por segunda vez, he visto las estrellas. Creo que no quiero verlas nunca más, ya que me produce un gran dolor de cabeza.
      Estaba triste y pensativo. Al caer en el barro, se acordó de los hermanos y parientes de su misma especie y tuvo grandes deseos de volver a verlos. Así se lo hizo saber a Pitti, que también sentía añoranza por los suyos. Los dos amigos decidieron dar por terminada la aventura y volver de nuevo a sus respectivos hogares. Cuando llegaron a su destino, se despidieron y quedaron para reunirse de nuevo, en una próxima ocasión para vivir nuevas aventuras.




...........................................Comentario de Palmeral....................
Este cuento es una segunda entrega de las aventuras del cerdito Inocencio y el parajarillo Pitti. La primera entrega se titulaba "Paseo con los gansos". Contado con gracia y elegante prosa. No está cerrado, sino abierto para una posible continuidad, ya que es sabido que el espacio de las páginas de un periódico son limitadas. La literatura infantil siempre ha tenido gran acogida. Muy bien.

viernes, 22 de agosto de 2014

"50 sombras de Gey", llevada al cine.

Sam Taylor-Johnson, directora de la cinta, afirma que el rodaje ha tenido que ver con «la sexualidad y la identidad»

Día 19/08/2014 - 01.17h
En Madrid, el metro es uno de los marcadores de los éxitos editoriales de la temporada. Por ello, al poco de publicarse «50 sombras de Grey» en nuestro país, los vagones rebosaban de cubiertas con una corbata plateada sobre fondo oscuro.
Adaptar al cine una novela que ha vendido más de 100 millones de ejemplares en todo el mundo y ha sido traducida a más de 52 idiomas es un reto que puede encumbrar a un director o marcarlo de por vida como «el que jorobó 50 sombras», condenándolo a una burla sin fin primero y al ostracismo después. Este desafío ha encontrado en la británica Sam Taylor-Johnson la persona capaz de llevarlo a cabo. Antes de el estreno, el tráiler ya ha batido récords como el más visto del año y la cinta promete.
La directora declaró en una entrevista que llevar al cine la novela de E. L. James, ha supuesto «un gran reto para ella» y ha relatado algunas de las claves de la película que llegará a los cines el 13 de febrero de 2015. En la entrevista, realizada en The New York Times Style Magazine, la directora también contó que, al realizar la película, no se ha sentido «fuera de la realidad o la creatividad» y que el proceso de rodaje ha tenido que ver con «la sexualidad y la identidad».
Taylor-Johnson también contó que ha vivido el rodaje como si de una película indie se tratase: «no he sentido que hayamos hecho algo tan masivo como potencialmente puede ser, especialmente porque gran parte del material que hay en ella puede ser algo sensible». La directora terminó la citada entrevista hablando de otras mujeres que le han inspirado a la hora de llevar a la gran pantalla «50 sombras de Grey», como por ejemplo Kathryn Bigelow.
Quién es quién en «50 sombras»
En esta adaptación del best seller escrito por la autora británica E. L. James, Jamie Dornan y Dakota Johnson, dan vida a Christian Grey y Anastasia Steele respectivamente.
Completan el elenco Eloise Mumford, que dará vida a Kate Kavanagh, la mejor amiga de Anastasia; Luke Grimes, como Elliot Grey, el hermano de Christian; Victor Rasuk que interpretará a José, el gran amigo de Anastasia y rival de Christian; Jennifer Ehle, que dará vida a Carla, la madre de la protagonista; y Max Martini, que encarnará al guardaespaldas del protagonista, Jason Taylor.
La película está producida por Michael De Luca y Dana Brunetti y con guión de Kelly Marcel Terra Nova», «Al encuentro de Mr. Banks»), Mark Bomback Lobezno inmortal») y Patrick Marber Closer»).
Aunque puede parecer ocioso, no está de más recordar el argumento. La historia relata, sin escatimar ningún tipo de detalle, la intensa y tórrida relación entre un joven multimillonario, Christian Grey, y una ingenua estudiante universitaria: Anastasia Steele. Las dos novelas posteriores llevan por título «50 sombras más oscuras» y «50 sombras liberadas», y ahondan en esta compleja y ardiente relación en la que no falta el sexto explícito.

Guzman de Alfarache, es condenado a diez años de galeras. Segunda parte. Capítulo VII.

«Sentenciado mío: La presente no es para más de que dejéis la tristeza y toméis alegría. Baste que yo no la tenga por ti, mi alma, desde el día de Santiago a las dos de la tarde, que te prendieron durmiendo la siesta, que aun siquiera no te dejaron acabar de reposar, y más la que hoy he recebido, con que me han dicho que ya te sentenció el teniente a docientos azotes y diez años de galeras. Malos azotes le dé Dios y en malas galeras él esté. Bien parece que no te quiere como yo ni sabe lo que me cuestas. Díceme Juliana que te diga que apeles luego. Apela veinte veces y más, las que te pareciere, y no te se dé nada, que todo se remediará con el favor de Dios y ese señor teniente. A[u]n bien que no te has de quedar ahí para siempre. Que, para esta cara de mulata que se ha de acordar de las lágrimas que me ha hecho verter, que han sido tantas, que por poco lo hubiera dado a sentir a todo el mundo; y más lo hubiera dado a sentir, si no fuera por temor de quedar ahogada en ellas y después no gozarte. Que a fe que te tengo ya pesado a ellas y sacaréte a nado de aquese calabozo donde tienes mi alma encadenada. Juliana dirá los cabellos que me saqué de la cabeza cuando me lo dijeron. Ahí te lleva veinte reales para tu pleito y con que te huelgues, por que te acuerdes de mí. Aunque yo sé cuando para mí no eran menester estos proverbios y en un momento que me apartaba de ti para echar carbón a la olla se te hacían mil años. Acuérdate, preso mío, de lo que te adoro y recibe aquesa cinta de color verde, que te doy por esperanza que te han de ver mis ojos presto libre. Y si para tus necesidades fuere menester venderme, échame luego al descubierto dos hierros en ésta y sácame a esas Gradas, que yo me tendré por muy dichosa en ello. Dícesme que Soto, tu camarada, está malo de que se burló mucho el verdugo con él hasta hacerlo músico. Hame pesado que un hombre tan principal haya consentido que aquese hombrecillo vil y bajo se le atraviese y que de su miedo haya dicho lo suyo y lo ajeno. Dale mis encomiendas, aunque no lo conozco, y dile que me pesa mucho y parte con él de aquesa conserva, que para ti, bien mío, la tenía guardada. Mañana es día de amasijo y te haré una torta de aceite con que sin vergüenza puedas convidar a tus camaradas. Envíame la ropa sucia y póntela limpia cada día. Que, pues ya no te abrazan mis brazos, cánsense y trabajen en tu servicio para las cosas de tu gusto. Mi ama jura que te ha de hacer ahorcar, porque dice que la robaste. Harto más tiene robado ella a quien tú sabes. Ya me entiendes, y a buen entendedor, pocas palabras. Si Gómez, el escudero, te fuere a ver, no le hables palabra, que es hombre de dos caras y se congracia con todos y es amigo de taza de vino. De todo te doy aviso y, porque aquésta no es para más, ceso y no de rogar a Dios que te me guarde y saque de aquese calabozo. Fecha en este tu aposento a las once de la noche, contemplando en ti, bien mío. Tu esclava hasta la muerte.»

Auto Mateo Alemán

lunes, 18 de agosto de 2014

El canto de la miel, por Federico Garcia Lorca. En el 78ª aniversario de su asesinato.

El canto de la miel
[Poema: Texto completo.]
Federico García Lorca


La miel es la palabra de Cristo,
el oro derretido de su amor.
El más allá del néctar,
la momia de la luz del paraíso.

La colmena es una estrella casta,
pozo de ámbar que alimenta el ritmo
de las abejas. Seno de los campos
tembloroso de aromas y zumbidos.

La miel es la epopeya del amor,
la materialidad de lo infinito.
Alma y sangre doliente de las flores
condensada a través de otro espíritu.

(Así la miel del hombre es la poesía
que mana de su pecho dolorido,
de un panal con la cera del recuerdo
formado por la abeja de lo íntimo)

La miel es la bucólica lejana
del pastor, la dulzaina y el olivo,
hermana de la leche y las bellotas,
reinas supremas del dorado siglo.

La miel es como el sol de la mañana,
tiene toda la gracia del estío
y la frescura vieja del otoño.
Es la hoja marchita y es el trigo.

¡Oh divino licor de la humildad,
sereno como un verso primitivo!

La armonía hecha carne tú eres,
el resumen genial de lo lírico.
En ti duerme la melancolía,
el secreto del beso y del grito.

Dulcísima. Dulce. Este es tu adjetivo.
Dulce como los vientres de las hembras.
Dulce como los ojos de los niños.
Dulce como las sombras de la noche.
Dulce como una voz. O como un lirio.

Para el que lleva la pena y la lira,
eres sol que ilumina el camino.
Equivales a todas las bellezas,
al color, a la luz, a los sonidos.

¡Oh! Divino licor de la esperanza,
donde a la perfección del equilibrio
llegan alma y materia en unidad
como en la hostia cuerpo y luz de Cristo.

Y el alma superior es de las flores,
¡Oh licor que esas almas has unido!
El que te gusta no sabe que traga
un resumen dorado del lirismo. 

Comentario crítico de "Historia de yo" de Carlos Bermejo. Amazon 2014, por Ramón Fernández Palmeral



     
Para fortuna y gozo de nuestros sentidos, Carlos Bermejo ha escrito una  sorprendente autobiografía-testimonio en prosa narrativa: Historia de yo (Amazon.es,digital, 2014) con gracia y hurgando en los recuerdos más recónditos de su niñez, donde hace un repaso integral y realista de la vida familiar, de  las costumbres de la época, desnudándose interior y exteriormente con una escritura directa,  amena y fácil de leer; pero, que a la vez es difícil de componer desde el yo de la primera persona, puesto que al elegir el yo solamente se tiene perspectiva de uno mismo, no de lo que hacen o dicen los otros personajes.  Con esta obra se ha armado caballero de las letras hispanas, porque es un libro diferente si hemos de aceptar que todas las historias contadas son ciertas y sucedidas en su vida, vivas aún en el recuerdo, llenas de añoranzas y salpicadas de recuerdos, algunos eróticos. Porque, aunque a veces, es cierto que inevitablemente reescribimos nuestros recuerdos­­, para ajustarlos mejor a nuestra forma actual de pensar, siempre tienen la misma matriz: la memoria. Lo eficaz de escribirse uno su autobiografía es que luego no pueden venir otros a inventar o añadir sucesos que, o bien no sucedieron, o sucedieron de otra forma.
     El estilo es la persona, y la técnica hay que aprenderla como en todo arte que se precie de serlo con autenticidad y valía. Ya decía nuestro “Azorín”, que la escritura debe parecer fácil al lector aunque en su composición no lo sea. Y es, en estos esfuerzos de construcción sintáctica  donde despuntan los verdaderos escritores y  poetas. Bermejo se derrama como un vaso de buen vino de reserva con sencillez, a veces con ingenuidad de chaval, metiéndonos como invitado en su azarosa vida interior y sentimental. Cuando uno escribe su autobiografía es porque ya no le caben más recuerdos en la memoria y tienes que darles liberación para dar cabida a otros nuevos. Decía un poeta necesitado de amor como Federico García Lorca, “que escribimos para que nos quieran”.  Y es cierto, escribimos para que nos aprecien.
      El narrador de Historia de yo es también el personaje dentro de la historia lo que se llama técnicamente narrador homodiegético. El destinatario de la narración o narratorio no es otro que el lector indiscreto que quiera abril la pantalla del ordenador para conocer las aventuras y desventuras de Bermejo. Existen tres clases de lectores: el real, el virtual y el ideal.  En el Siglo de Oro, Cervantes empieza en el Quijote diciendo “Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento…”.  Mateo Alemán en su Guzmán de Alfarache, condenado a galeras, empieza diciendo: “El deseo que tenía, curioso lector, de contarte mi vida me daba tanta prisa para engolarte en ella sin prevenir alguna cosa…” De esta guisa, y de una forma elíptica Carlos Bermejo se dirige al lector cómplice para contarle su autobiografía, sin advertir que todo es rigurosamente cierto, aunque así es porque muchos personajes  viven todavía y pueden dar fe de ello. Y porque el camino, la meta de nuestra existencia es dejar recuerdos persistentes de nuestro pretérito, pasos e imagen de nuestras huellas por este mundo (visible e invisible), lo más eficaz y saludable para lo perdurable, es como ha hecho Carlos dejarlos por escrito en libro (digital o papel) que son como esos sillares de catedrales que persisten en el tiempo. Nosotros los constructores de libros, somos uno más de los que colaboraron en la construcción, en la edificación de la biblioteca universal.

       Historia de yo (de título con impacto gramatical) es en realidad un gran fresco diacrónico de una autobiografía escrita con sinceridad sin importar que algunos personajes no lleguen a ser mitos, ni lo serán (así es la vida real no todos podemos ser héroes, aunque eso sí, somos  héroes anónimos cotidianos), a la vez jocoso y realistas,  en una infancia feliz aunque asfixiada  por la religiosidad de postguerra del nacional catolicismo, y que por  haber vivir frente a la iglesia y la religiosidad de su madre. Una vez el cura don José  se enteró de que Carlitos  leía al “impío”  Pío Baroja, considerado anticlerical. Novelas que le prestada por el entonces su cuñado Salvador García Aguilar que fuera Premio Nadal de novela en 1983 por su obra Regocijo en el hombre. La Iglesia Católica y sus inquisidores siempre creyeron y siguen creyendo que toda lectura fuera de las hagiografías y los evangelios, son un envenenamiento de las almas de los fieles, lo que hoy se extiende al cine y a la televisión. En la obra “carlosbermejiana”  vemos las idas y venidas de una multitud de personajes o nómina dramática que los expertos denominan “dramatis personae”, desde sus padres y hermanos y hermanas, primos y primas, amigos y amigas, y, sus amoríos y desamores dispersos,  que, por lo general no culminan por culpa de una férrea educación cristiana y el auto compromiso de llegar virginal al matrimonio. 
     Lo que  aseguramos es que Carlos posee una gran habilidad narrativa que no provoca siesta ni cansancio, sino que nos empuja, llevados por la ley interés –bien construido- a que leamos y sigamos leyendo. Tenemos la suerte de que no es una novela de ficción rosa de las que se alargan más de lo debido de autores que tienen más fama de la calidad que nos dispensan sus obras.  Los gustos de hoy en día pasan por el cotilleo, la vida  privada de los escritores, aunque para ellos, suponga un conflicto de destape y baños de sinceridad, pues nuestra sociedad mediatizada así nos lo demanda; por ello, como en todo Arte, lo que el lector percibe en esta autobiografía son emociones humanas, sentimientos que perduran en el tiempo, porque lo que permanece no son las entelequias literarias, sino lo humano y lo cotidiano, y que a su vez convierte a la obra en única, porque única es la vida de cada cual; pero para ello, se han de tener las herramientas inspiradoras para saber exponerla y presentarla con toda destreza y originalidad, como lo ha escrito Bermejo. Hemos de tener en cuenta que los capítulos se podrían leer por separado, pues son historias que empiezan y terminan, aunque estén entrelazadas, de aquí el uso de los títulos para anunciarlos, aunque los personajes luego se entrelazan.
     Se entiende que la narración como testimonio de lo vivido ha de ser un órgano vivo de estrecha relación entre autor y lector (en una especie de osmosis de confidencias), de aquí surge una connivencia entre ambos. Lo que nos interesa al lector actual es la vida privada y particular (las biografías), pero que estén contadas desde el punto de vista original y propio del autor: estilo propio que llamaríamos en el arte de la pintura. Lo que más nos llega de la lectura son las sensaciones que nos provoca el autor al relatar sus vivencias, dependiendo, evidentemente del estado de ánimo que tengamos en cada momento de encontrarnos con el texto.
   Historia de yo es el resultado de una experiencia personal que nos lleva por la infancia, adolescencia y juventud de Carlos Bermejo (Molina del Segura, 1937) y nos hace vivir amenas anécdotas como la escena de su bautizo cuando ya contaba dos añitos de edad y al levantar el cura el brazo con la concha de agua bendita se imaginó que saludab(a  a Franco con el signo fascista, y vitoreó: “¡Canco, canco!”.   Se van sucediendo anécdotas muy curiosas como que sus hermanas le hicieron creer que fue un niño encontrado por unos mendigos y dado en adopción a la familia, historia negra que tanto le hizo sufrir en su infancia. O cuando era monaguillo y acompañaba al cura a dar la extremaunción a un enfermos de muerte y se encontraron con el vecino ateo y anticlerical (librepensador) que en su lecho de muerte al recibir el Santo Viático del párroco Don Fulgencio, despertó y se levantó de la cama cagándose en Dios y todos los Santos. Luego, como es de esperar este grave blasfemo se muere inmediatamente. O con el timo del azúcar en tiempos de estraperlo que le hizo un soldado a su padre, pero al que el padre le perdonó al no reconocerlo cuando lo detuvieron.

     Carlos es el benjamín del matrimonio de Doña María la de Ignacio, católica practicante que rezaba tantas veces al día como un islamista ortodoxo, y  Don José María, un sastre de derechas de la CEDA, católico, caballero de la “Baba Real” (que el lector debe averiguar), bien situado económicamente con ciertas propiedades inmobiliarias, que tuvieron ocho hijos (cuatro chicas y cuatro chicos). Iremos viéndolo crecer siendo juguete de sus hermanas mayores que, a veces, duerme con ellas, que con cuatro años por poco se muere por una enfermedad desconocida, que va a la escuela hasta los catorce años, que juega a guerrear con sus amigos, que sale  de vacaciones a Escombreras y Puerto de Mazarrón, despertar a la pubertad y a la sexualidad, que acude los baños en el río Segura, la lectura, el cine, sus oficios varios de dependiente de droguero y de vigilante en un  salón de juegos recreativos propiedad del padre donde a veces tenía que sacar pecho y enderezar la cresta de gallito peleón. 
      Llegada la edad del reemplazo forzoso para hacer el servicio militar, opta por anticiparse con el  voluntariado para hacerlo en Madrid, donde quiere ir para estar cerca de la vida cultural más cosmopolita, porque su deseo es el de ser escritor, y, además quedar libre de la vigilancia paterna y sobre todo materna casi inquisitorial.  Una vez en la capital de España va mostrándonos un amplio abanico de personajes que dan fe de un  tiempo histórico pasado de postguerra. Como soldado de Infantería, poco a poco se va adaptando a la responsabilidad de su profesión castrense, deja su apetito de ser escritor por el bronco porvenir de las armas, consigue varios ascensos y durante su testimonio vemos la dura vida del soldado español de postguerra y sus traslados, porque como escribió Calderón de la Barca: “La Milicia no es más que una/ religión de hombres honrados”.
       Le esperaba el maravilloso Madrid de luz velazqueña y de los años cincuenta que ya no volverán y le vemos pasear par la Gran Vía, Puerta del Sol, Plaza de España o Cibeles. Carlos nos hablará del Café Gijón y de los escritores y poetas que allí se reunían en los años cincuenta como Camilo José Cela, José Nieto, Luis López Anglada, o de sus asistencias a conferencias en el Ateneo, los teatros, revistas y varietés, al cine, a los museos y exposiciones donde le viene su afición por la pintura. Época de formación, puesto que se considera autodidacta. Por ello,  nos encontramos ante un joven que ha despertado a la cultura que nos describe con gran exactitud las escenas, describe los lugares y argumenta sus vivencias, enamoramientos tempranos y desengaños, experiencia frustradas con prostituta y “feladoras”, sexualidad amanuense e inapetencia ante las mujeres rubias, hasta que encuentrará a una cordobesa morena “racial andaluza” que lo entiende y le hará sentar la cabeza.

         Como he comentado Historia de yo (escaparate de mundologías y amores) es una autobiografía-testimonio muy singular, una larga confesión, pero hay que apuntar que existen varios tipos o clases de autobiografías. La autobiografía se entendiende como relato retrospectivo en prosa que una persona real hace de su propia existencia, en tanto que pone el acento sobre su vida individual, en particular sobre la historia de su personalidad. Con el  autor del libro coinciden el narrador y el narratorio o personaje en primera persona del yo o narrador interior.  El pacto con el protagonista es como un «contrato» establecido entre autor y lector por el que tácitamente aquel se compromete a contar la verdad sobre su vida, y éste a creer el relato ofrecido en connivencia con él. 

     No debemos confundir la biografía con las memorias, el epistolario con el diario íntimo, ni la autobiografía o prosa narrativa con la novela.  Como me confirma Carlos que lo contado es verdad, por consiguiente no estamos antes es una novela de ficción, sino prosa narrativa, puesto que “la novela –según definición de Carmen Bobes, La Novela, 1998- es un texto narrativo de carácter ficcional, de cierta extensión…”.  Podríamos hablar sobre los géneros literarios y su teoría, pero no es esta crónica el lugar ni el espacio-tiempo para extendernos. Lo que deseamos valorar es que Carlos, a través de su autobiografía consigue provocar un placer estético y nos lleva de la mano por sus vivencias con gracia y sin pudor, como ese amigo suyo que era coleccionista de vellos púbicos de mujeres fáciles. También cuando fue extra en la película “Espartaco” de Kubrick, ya que el Ejército Español colaboró para poner los soldados romanos o como esclavos, junto a Kirk Douglas ¡qué honor!  Y es así como con toda naturalidad vamos conociendo a este chico tímido de pueblo enamoradizo (congelado y reprimido por una fuerte represión religiosa, machacado a pajas) que se fue a Madrid a hacer el servicio militar  voluntario  donde permaneció ocho años con ascenso a Sargento y destinado a Gerona. Estos años en la capital de España fueron un periodo de formación, gastando el poco dinero que tenía en libros que compraba de segunda mano en la Cuesta Moyano,  y dando sueltas a sus deseos de ser escritor, como un Miguel Hernández, pero en un Madrid de los años cincuenta. Además vivió la vida libre de un soltero con otros amigos, aquí llegó a conocer a Carlos Larrañaga y a su paisana Bárbara Rey, y a poetas y escritores.

       Esta autobiografía, sabiamente escrita, es una delicia y es de agradecer por el uso, siempre difícil desde el punto de vista sintáctico, como es el de enlazar las oraciones subordinadas para hacernos cómoda su lectura. En los diálogos recurre el estilo indirecto lo que  le da velocidad a la narración. Pocas veces usa el estilo directo en los diálogos, que por lo general, son vallas con guiones en medio de una carrera de lectura. Posee la fuerza verbal y la capacidad de recreación de un mundo propio y ésta es una característica que no deja de sorprender en el panorama narrativo actual. Su currículum de escritor ha chocado siempre con la publicación, ha escrito múltiples relatos, tiene varias  novelas  guardadas en el cajón y otras en construcción para enviar a premios. Además, con sus treinta años de periodista, más infinidad de artículos, crónica y críticas de arte, le dan a su pluma una agilidad de acción y movimiento  que evidencia su gran experiencia y formación sintáctica de gran altura, para llevarnos por las sendas, a veces infernales y otras amorosas de sus vivencias, o más bien una saga familiar murciana.      Tiene publicado un libro Mirar un cuadro y algo más, Alicante, 2009, sobre las entrevistas y reseñas crítica que hizo de 32 artistas alicantinos en la secciones “Mirar un cuadro”.
    
     Tras la lectura de Historia de yo  me considero un forofo admirador de este estilo erótico de un adolescente que despierta al sexo por varias anécdotas muy bien contadas y simpático pudor en sus escarceos amorosos con su prima A-x (la del gatillazo), o la criada Margarita-x, o con esa mujer rebautizada como  XXX con la que usa símiles de la jerga militares como “fusil en guardia” o “mástil enhiesto” para describir una erección, propios de un joven que ejerce el noble oficio militar; o su desengaño con María Dolores-x, una cría de colegio de monjas con la que comete el error de darle a leer los primeros relatos que había escrito de “realismo sucio” en los bajos fondos de la ciudad X.  Se cuida el autor de señalar los apellidos de los personajes con  una x, para evitar alusiones a personas que se pudieran molestar porque viven hoy día. Al no usar apellidos, el lector puede perderse y confundir a los personajes con otros, pero al no ser una novela con intriga, con argumento, nudo y desenlace, no tiene gran transcendencia, ya que es fácil averiguar quien es quien. Tras encontrar esta larga trinchera de xxxxxx, uno entra un mundo de claves que recuerda a la máquina alemana “Enigma”  que disponía de un mecanismo de cifrado rotatorio que permitía usarla tanto para cifrar y descifrar mensajes. Lo que le da cierto carácter enigmático a la lectura, a la que uno se tiene que aplicar porque te gusta conforme avanzas. Otros recursos utilizados son el de rebautizar a los personajes con apellidos raros o poco comunes como el Sargento Bevilacqua de las novelas de Lorenzo Silva. Los nombres de cinco hermanos se preservan hasta el final: María, Consuelo, Aurora, Juan y José María.
    Al escribir sobre lo que se ha vivido, el personaje nos invita a participar en su mundo privado y nos convertimos en “voyeristas” insaciables, porque así es la condición humana: ver sin ser vistos. Y es este lenguaje del yo, que es una forma de lenguaje sublimar del nosotros, es lo que nos impulsa a leer y leer, sin descanso. Puesto que el modo íntimo al estilo de Proust, del Amiel, y de otros escritores de la llamada auto-ficción ya pasó. Ahora buscamos realidades. También es de agradecer algunos párrafos de prosa poética, citas de poetas románticos y letras de algunas canciones.
    Lo que ha conseguido Carlos Bermejo es un relato autobiográfico, libre confesión, sin tapujos ni tabúes, a veces acrónico, con saltos temporales hacia adelante y hacia atrás, lleno de un emocionante palpitar de situaciones y experiencias sexuales o militares, a veces, insólitas. Abundan descripciones rápidas y eficaces en la compresión de los lugares descritos, sin detenerse en circunloquios para  perder el tiempo en  cómo chirría las bisagras una vieja puerta cuando se abre o qué le recuerdan a Prout las magdalenas, propia de una escritura retórica y neobarroca; es decir, que Carlos va al grano. Usa con frecuencia el recurso fisonomista del retrato comparativo, como el de contrastar a las personas que va conociendo con actores o actrices de cine, e incluso hay una Emperatriz, y con ello los lectores vemos perfectamente la imagen caracterizada de la persona que nos describe.

    Además en el lenguaje metafórico he encontrado algunos hallazgos interesante como esa “higuera grande de higos toreros”, o un billete de cinco pesetas que se los había dado el viento, o “anillos de compromiso que encadenaban el deseo”, al referirse al vello rizado y anillado de la sonrisa vertical, y así unos y otras frases simbólicas de gran ingenio. O de aquella escena con la bella y rubia alemana Elke-x -su Ángel-, donde lloró al escuchar las secretas confidencias  de ella, y, Carlos escribe: “mi corazón lloraba al compás de sus ojos”, expresión que considero una de las diez mejores del libro junto a: “Todas mis cartas estaba bañadas de ausencia…”. Carlos tuvo el atrevimiento de llevar a la alemana por tres días a su casa del pueblo -¿Molina de Segura?-, vetusta y muy noble ciudad murciana de levítica vida cristiana,  donde sus padres y hermanas la conocieron, y donde fue rechazada por un padre de costumbres decimonónicas que le sentenció: “Si te casas con esta mujer, no vuelvas por esta casa”. Es curioso el pasaje de cuando estuvieron a punto de ser detenidos en el tren por un “policía secreta” que quiso darse el bacilón con ellos. Aunque un año después y por falta de regar el huerto a su debido tiempo y el error de divinizar a las mujeres, la rubia Elke (parecida a la  actriz Elke Sommer, de labios de corazoncitos) acabó en brazos de un compatriota germano de origen nazi.

    Opino que Bermejo ha dado en el blanco de lo que podíamos denominar: arte literario contemporáneo de última factura, ágil y espontáneo -sin extraños artificios-, que me recuerda al novelita Manuel Talens en su novela “La parábola de Carmen la Reina” (1992), cuyos sucesos ocurren en el pueblo granadino de Artefa (un pueblo alpujarreño de ficción), pero con más detalles íntimos.  Por el contrario, damos por hecho que las múltiples escenas narradas durante la infancia y juventud, ocurren en Molina de Segura (lugar de nacimiento del “alter ego” Carlos Bermejo), aunque el autor en ningún momento del libro menciona a este pueblo murciano de la comarca media del Segura donde las campanas retumban con el bronce de sus badajos a cualquier hora del día o de la noche hasta despertar a los gallos. El pueblo más cercano que nombra en su libro en el capítulo 15 es Alguazas, que tiene estación de Renfe. Desconozco si ha sido adrede o por omisión. Opino que en una autobiografía debería aparecer el nombre del pueblo donde acuden los recuerdos de su infancia y mocedad del narrador o usar un nombre ficticio; puesto que el lugar, el espacio, el medio ambiente da carácter al personaje, no es lo mismo nacer en un pueblo murciano, que en uno galleo o vasco. Puesto que la luz de la región provoca cambios en el cronotipo de las personas.
     Recordando algunos espacios ficticios-literarios, tenemos a Juan Benet  sitúa la acción de sus novelas en Región, Gabriel García Márquez en Macondo, Antonio Muñoz Molina en Mágina, por citar solamente a autores en castellano. No es una novedad literaria omitir el nombre del lugar de la acción, recordemos que Miguel de Cervantes quiso que toda La Mancha fuera el lugar de donde era originario el Ingenioso Hidalgo Don Quijote.
    
     Por último nos encontramos con el capítulo 16, de gran extensión (bien pudo dividirse en dos o tres capítulos), donde en el otoño de 1961 conoce en Madrid a una bella y joven cordobesa,  bondadosa, morena (es importante lo de morena porque las rubias no le excitaban)  y moldeable, llamada Loli, sin x, es el único nombre de mujer que aparece sin la temida x de trincheras. Loli reside en casa de sus tíos estudiando en la Academia de Corte y Confección de Doña Basi y ayudando en las labores de la casa de los tíos. Surge el enamoramiento,  la relación amorosa se salpican de encuentros en parques, jardines, cines y rellanos de escaleras, un periodo epistolar por la ausencia de ella y de él que, de alguna forma fortalecieron este amor. Es una especie de “Love Story” a la española donde Carlos nos cuenta con “pelos y señales” todo los arrumacos, empujones, carias y erecciones de una pareja de novios, de un amor sin abusar para llegar vírgenes al “sagrado matrimonio”. Donde nos ofrece algunas escenas de precalentamiento al sexo que yo llamaría “sexo decente” y escrito púdicamente. El lector intuye que esta incontinencia es inhumano y frustrante, lo cual le da más interés al relato para seguir leyendo y buscando en las páginas secretas por si en algún momento se consumara el coito prematrimonial. Pues tomando las propias palabras del narrador estos amantes son “cuerpos jóvenes y martirizados por el deseo insatisfecho”. Y además, entre bandolinas a estilo de “La Regenta” de Clarín, parece un confesor de la Iglesia de San José de Madrid donde han de confesar sus pecados de quererse, pero sin propósito de enmienda, caro; ella al arrodillarse en el confesionario tenía que presentarse: “Soy Loli, la novia de Carlos”. Con esta fórmula el confesor ya tenía un antecedente para  sentenciar la penitencia. La frase final del libro es culminante: “para que abriéramos el baile en el que por fin llegaríamos a los más…”. Esposa que le ha dado cuatro hijas.
     La portada del libro presenta la fotografía del autor cuando tenía cuatro años, cogido a un conejito de peluche, con tez de color cetrino con un pelo largo y rizado que semeja al de una niña. Se estructura en dos grandes bloques: Libro primero: infancia y juventud. Libro segundo: pubertad, adolescencia y juventud que suman 16 capítulos.  Ilustrado con una veintena de fotografías que actúan como  notarios del tiempo pasado y fe documental. Contiene 265 páginas según indica Amazón.

     Y para concluir, considero que Carlos Bermejo ha desarrollado una gran capacidad para contar y enlazar historias con una prosa desbordante, por ello, este libro es  una obra muy lograda, emocionante y llena de pasajes humanos que nos ha sorprendido gratamente, y además es de agradecer que se lee de corrido con agrado e interés. Pienso que como un cuadro contemporáneo la narración moderna le va a la zaga con la intención de provocar en el lector una emoción, una provocación y un grato recuerdo. Obra muy lograda donde uno se sorprende, se alegra, se llora  y se emociona a la vez que se extraña de un testimonio lleno de descarnada sinceridad sin tabúes.  Aunque parezca una obra sencilla de escribir, tiene detrás unos artilugios y una tramoya compositiva que solamente los que dominan el difícil arte de narrar, más muchos años de  lecturas y escrituras, saben, y son capaces de utilizar con acierto, que es lo complicado, contar no ya con eficacia sino con estilo propio y convenciendo, donde se vea la diferencia respecto a otros artistas de la palabra.    Usa un yo completo, un yo pleno, un yo rico en anécdotas, porque Historia de yo no es una obra más, perecedera, sino que le auguro muchos éxitos por ser testigo de una época lateralmente murciana y madrileña. Aunque es grotesco comparar, opino que Carlos podría ser nuestro Karl Ove Knausgard, sin tuviera un agente literario y la publicidad mediática del noruego, porque en definitiva los dos hacen lo mismo: escribir descarnadamente sobre sus vivencias.
    Al libro de Carlos simplemente le falta una edición en papel, y le sobra calidad humana y literaria. Es cierto que las versiones digitales sirven para divulgar, y Amazon.es, versión Kindler, es quizás el mejor portal para dar este salto de trampolín al mundo de la publicación virtual; sin embargo, el libro de papel  le espera porque es la persistencia del  mensaje escrito aunque el e-book sirve para divulgar la obra. Auguramos que Historia de yo, está llamado a ser un “best-seller”.  Sería deseable que este autor no tuviera que depender de premios, ni de publicaciones digitales para dar a conoce sus obras.


Escritor y poeta
Alicante, 19 de agosto 2014

 



.........................................................BIOGRAFÍA...........

  Carlos Bermejo Hernández, natural de Molina de Segura 1937 (Murcia) desde mayo del 68 reside entre Alicante y San Vicente.
  Lector empedernido desde la niñez y escritor en la adolescencia, escribió su primera novela a los catorce años.
   Con el secreto deseo de hacerse escritor, marchó a Madrid a mediados de los cincuenta. Frecuentador de tertulias literarias, se presentó a algunos premios literarios, sin éxito. Militar profesional, nunca abandonó su afición por las letras y fruto de ello, son los veinte años que estuvo como colaborador del Diario Información, corresponsal en Alicante de la Revista Yate y Motonáutica y como Jefe de Prensa del Real Club de Regatas.
  Conserva en el fondo de un cajón sin fondo alguna novela, poemas y otros escritos literarios. Escribe y hace crítica de Arte, en diversos medios. Conferenciante, presentador en exposiciones y catálogos, recientemente ha escrito y editado el libro “MIRAR UN CUADRO Y ALGO MÁS”, en el que recoge las semblanzas de numerosos pintores , que pasan por el Taller   que él dirige y presenta en la Asociación de Artistas Alicantinos, de la que es socio y Secretario.
   En 1978 comenzó a pintar y con mayor o menor intensidad según criterios arbitrarios de su voluntad, ha compaginado literatura y pintura y, en esta, es ahora un reconocido pintor marinista.

Carlos Bermejo Hernández

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domingo, 17 de agosto de 2014

Salvador García Aguila, escritor nacido en Rojales (Alicante). Escritor secreto.

Salvador García Aguilar en su estudio
Salvador García Aguilar en su estudio de Molina de Segura (Murcia)




























    Salvador García Aguilar nace un 21 de noviembre de 1924 en Rojales (Alicante). De niño se traslada con sus padres a Barcelona debido a la enfermedad de su madre. Tras la Guerra Civil, en 1940, fija su residencia en Molina de Segura (Murcia), población donde establece su residencia familiar y donde permanece el resto de su vida.
    Debido a su situación familiar y de la época, guerra y posguerra civil, tiene que abandonar sus estudios en 1936 para buscar trabajo, con apenas doce años. Ejerce diversos oficios, entre los que destaca aprendiz de barbero, pero no abandona su afición a la lectura y se convierte en un lector voraz de autores clásicos griegos como Platón, Aristóteles, Homero y otros por los que siente una especial predilección.

Juventud de posguerra
    A los diecinueve años realiza el servicio militar en Madrid, donde cosecha buenas amistades. Durante su estancia castrense, debido a su buen hacer, sus superiores le proponen continuar en el ejército como profesional, pero Salvador declina dicha opción.
  
Acabado el servicio, encuentra trabajo en la empresa Hernández Rex, S.A. de Molina de Segura, perteneciente al sector de la conserva, llevando acabo tareas administrativas y comerciales. Labor que ejerce durante más de treinta años en la misma empresa.

El escritor autodidacta
    Su trabajo diario no impide a Salvador continuar con su afición literaria y desarrolla su vocación, cultivada desde la adolescencia. Estas circunstancias explican su aparición tardía como novelista, pues hasta 1984 no se da a conocer.
    Su carta de presentación es su premiado libro Regocijo en el hombre, con el que obtiene el Nadal el 6 de enero de 1983. Tras obtener este premio, es nombrado hijo adoptivo de Molina de Segura. A partir de ese momento Salvador abandona el oficio de administrativo que había ejercido durante muchos años para ganarse la vida como escritor.


El escritor secreto:
La personalidad del literato
    Resulta curioso que su pasión por la escritura no fuese conocida por nadie. Así lo señala el jefe de la oficina en la que trabajaba cuando conoció la noticia del premio: “Nunca sospechamos que Salvador escribiera… Si lo hubiéramos sabido, le habríamos facilitado las cosas…”. Y también lo expreso el mismo en una de sus últimas entrevistas, en la presentación de una de sus últimas obras, cuando aseguró al periódico La Opinión de Murcia que ni sus vecinos se hubieran enterado de que era escritor, de no haber sido por el Premio Nadal de Literatura.
    Ramón Jiménez Madrid, íntimo amigo de Salvador, describe su personalidad como “un hombre de pelo blanco y tez tostada, aparentemente parco, algo tímido y seco, que desaloja su austera y franciscana humanidad cuando se le conoce a fondo”.
    La última aparición pública de Salvador fue en  enero de 2004, durante el acto de entrega de los premios del Club de la Prensa de Molina de Segura. Falleció el 13 de enero de 2005 en Murcia, con ochenta años, tras una larga enfermedad.
    El 27 de marzo de 2007 fue inaugurada una biblioteca con su nombre en Molina de Segura su ciudad de adopción, además hay con su nombre un premio literario de novela corta en Rojales, su pueblo natal (Alicante).
  García Aguilar es señalado como uno de los mejores autores murcianos. Cultivó la novela histórica fundamentalmente, cuestión esta derivada de su gran afición a los libros de historia. Algunos críticos literarios se refieren a él como un escritor de la generación de “los niños de la guerra o del medio siglo”, marcados en su infancia por la Guerra Civil Española. A esta generación también pertenecen otros escritores como Juan García Hortelano, Jesús Fernández Santos o los hermanos Goytisolo (Juan, José Agustín y Luis).
    Aparte del mérito de su escritura, hay que reconocer en García Aguilar un hito histórico, por el efecto positivo que tuvo para las letras murcianas conseguir uno de los más prestigiosos premios españoles de narrativa. El premio sirvió de estímulo vital para un puñado de notables escritores murcianos que no solían trascender más allá de las fronteras regionales, salvo en contadas ocasiones.

Premio Nadal de 1983
    Con Regocijo en el hombre, su obra novel, obtiene el Premio Nadal de Novela en 1983. Este hecho resulta anecdótico, porque obtiene el premio con su primera novela y porque se presenta al concurso gracias a que dos amigos suyos, profesores de literatura, le incitan a presentarse.
    El libro es un relato histórico, centrado en el mundo anglosajón y vikingo, que ofrece tres relatos narrados en primera persona por un obispo, un rey y un príncipe. Tres protagonistas con un argumento común, pero a la vez con una perspectiva distinta. El uso y el modo arcaico de su lenguaje, dota a la obra de cierta singularidad que difiere de las obras de la misma temática escritas en esa época.
    Esta obra está emparentada con la novela histórica de moda en aquel momento, que tiene de fondo una admiración por la vida aventurera, la independencia y la libertad. Esta novela tuvo una cogida positiva pero no entusiasta, y en ella sorprende la madurez alcanzada en una ópera prima, derivada de los muchos años que pasó cultivando la afición literaria.

Producción literaria
    Después de obtener el Nadal continúa alejado de la vida pública, lo que impide que su obra sea conocida más allá de la Región de Murcia. Ha escrito una veintena de libros, de los que se han publicado solo la mitad, porque como comentaba el mismo "no porque la obra no merezca la pena, sino porque nunca he ido detrás de nadie para publicar mis libros".
    Entre las obras publicadas se encuentran novelas como Clama el silencio, Granada cajín, Epílogo para una reencarnación (Editorial Región de Murcia), La guerra de los patos, La noche mágica, El tiempo que nos vive. También ha cultivado el género del cuento, recogidas en Relatos y en La flauta hay que tocarla siempre (Cuentos de aquí y de allá). Y una obra de teatro, La noche mágica: La Encantá.
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Cuñado de también escritor murciano Carlos Bermenjo Hernández, autor de Historia de yo.

sábado, 16 de agosto de 2014

5 Ideas fijas sobre crítica literaria

Septiembre 23, 2013 | Tags:
El crítico y el escritor son dos especies distintas
Con frecuencia, la escritura y la crítica aparecen en el imaginario literario como prácticas antagónicas. Quizá sea verdad que el escritor y el crítico, aunque lo compartan como instrumento y objeto de trabajo, utilicen el lenguaje de manera distinta. Sin embargo, la mayoría de las veces la diferencia demuestra dos necesidades en apariencia básicas en el mundo cultural: la autoafirmación y la denostación del otro. Así, que se califique a un crítico de “escritor frustrado” y que se afirme que los escritores saben poco de literatura –para citar sólo dos lugares comunes al respecto– dice poco del ejercicio de la escritura o de la crítica y mucho de las ganas de hacer ruido de la persona que reproduce las mismas insensateces una y otra vez.

Escribir reseñas me convierte en crítico literario
Antes de comentar sobre esto, la pregunta es: ¿por qué alguien querría convertirse en crítico literario? O mejor, ¿por qué la necesidad de etiquetarse y ser considerado bajo tal categoría? La respuesta simple: autoafirmación y ego. La respuesta compleja: autoafirmación y ego. Actualmente, el mundo está lleno de gente que publica reseñas: algunas son buenas; otras no tanto. Así es todo en la vida. 
La importancia que le hemos dado al género –si es que le hemos dado alguna– a veces impide que veamos la cercanía que hay entre la reseña y otros discursos como el periodismo cultural o la publicidad. Si en tus reseñas te dedicas a exaltar el genio del autor o a despreciar el bodrio que es el libro, entonces eres un publicista con bastante mal carácter. Si en tu texto aparen opiniones de otros escritores a quienes llamaste para preguntarles su parecer, entonces eres periodista. Si en lugar de reseña publicas lo que leíste en la presentación del libro: eso no es crítica literaria, es pereza. Llamar por su nombre de pila al escritor y contar cómo se conocieron no te convierte en crítico, pero sí en buen amigo.
Hay más ejemplos, pero para volver a la idea fija: ¿escribir reseñas me convierte en crítico literario? Qué más da. Es difícil creer que la gente leerá o dejará de leer un libro debido a tu opinión. La mayor parte de los lectores ya tiene los suficientes prejuicios como para decidir, sin intermediarios, a quién leer y a quién no.

Leer a escritores difíciles me hace mejor lector y, por lo tanto, mejor crítico
Hay personas que encuentran un particular gozo en pretender que son mejores lectores que los demás. Frente a eso hay muy poco que hacer: si alguien considera que leer a Proust es mejor que leer a Stephen King, ¡bien por eso! Si no, también. Por fortuna, la cantidad de páginas de ambos escritores son suficientes como para que los lectores de cada uno nunca tengan tiempo de hacer otra cosa. Si los libros se acaban, para eso están Musil y Lovecraft. Si se acaban, para eso están los rusos y Margaret Atwood. Si se trata de concebir la lectura como una serie de elecciones que sólo permiten leer esto y no lo otro, lo importante es que cada quien lea lo que le da la gana.
Sobre si esto te hace mejor o peor crítico, favor de leer la idea fija anterior.

Se necesita formación académica para ser crítico literario
No. De igual modo, la formación académica tampoco impide convertirse en escritor. (Aquí no estaría mal aclarar que, hablando con propiedad, nadie se convierte en nada.) Pasa que como estamos acostumbrados a ver el mundo de forma maniquea, lo más sencillo es conservar los estereotipos heredados en lugar de inventar los propios. 
[A uno le convierten los demás en crítico o valorador de obras, en cuando empiezan a pedirte que le hagas comentarios a sus obras o prólogos a sus libros, luego empiezas y ya no acabas].

La crítica literaria en internet se ha trivializado
Sí, de hecho todo se ha trivializado. El mundo es un amasijo de trivialidades del que ya no hay salida. Ahora, cuando alguien dice eso sin la conciencia de que desde 1580 hay quejas sobre lo trivial que es la crítica literaria, lo que comunica no es indignación, sino falta de imaginación. Si la queja se refiere únicamente a internet, lo que hay que buscar son mejores páginas que leer. Si se han agotado todas las posibilidades, cosa difícil de creer, siempre nos quedan los libros.

Tomado de la web: http://www.letraslibres.com/blogs/el-grafolego/5-ideas-fijas-sobre-critica-literaria