POESIA PALMERIANA

Los poetas somos como los leones, después de que nos disparen podemos lanzar nuestras garras. Página administrada por el poeta Ramón Palmeral, Alicante (España). Publicamos gratis portadas de los libros que nos envían. El mejor portal de poetas hispanoamericanos seleccionados. Ramón Palmeral poeta de Ciudad Real, nacido en Piedrabuena.
Contacto: ramon.palmeral@gmail.com.
La mayor satifacción que tengo al escribir es saber que alguien me lea cuando yo esté muerto.

jueves, 26 de junio de 2014

Ana María Matute, la gran fabuladora de las letras españolas


La escritora, ganadora del Premio Cervantes, el Nacional de las Letras y académica de la RAE, fallece a los 88 años en Barcelona

26.06.2014 | 02:04/ Información/Cultura
 
Ana María Matute, la gran fabuladora de las letras españolas
La escritora Ana María Matute, la gran dama fabuladora de las letras españolas, falleció ayer en el Hospital de Barcelona, un mes antes de cumplir los 89 años, tras haber sufrido el 14 de junio una crisis cardiorrespiratoria. La autora no se jubiló de la literatura sino que murió en activo escribiendo, que era lo que mejor sabía hacer y a lo que se dedicó toda su vida, por lo que queda una última novela casi terminada, Demonios familiares.
La capilla ardiente de Ana María Matute quedará abierta hoy, a partir de las 15 horas, en el tanatorio de Les Corts de Barcelona. Mañana se celebrará una ceremonia religiosa y posteriormente los restos mortales de la escritora serán incinerados.
Nacida en Barcelona el 26 de julio de 1925, Matute era Premio Cervantes y Nacional de las Letras, ganó el Planeta y el Nadal, y escribió obras tan recordadas como Los hijos muertos y Olvidado Rey Gudú, pero era sobre todo una gran fabuladora y una escritora de imaginación desbordante. En 1965 obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil Lazarillo por El polizón de Ulises y, en 1969, el Fastenrath de la Academia de la Lengua con Los soldados lloran de noche.
En 1996 fue elegida miembro de la Real Academia Española de la Lengua –institución en la que ayer ondeaba la banderae a medida asta– para ocupar el sillón K (vacante de Carmen Conde) e ingresó en esa institución dos años después con el discurso En el bosque, el más cuentista e imaginativo de la historia de la institución, todo un elogio a la invención y a la creación. Galardonada con el Premio Nacional de las Letras Españolas en 2007, está considerada por la crítica literaria como «prosista de una gran capacidad de fabulación» y una experta en narrativa infantil cuya temática gira en torno a tres ejes: los niños, la incomunicación humana y el paraíso imposible.
A pesar de su hospitalización, en febrero de 2008 a consecuencia de una fractura de tibia, Matute finalizó la que fue su última novela, Paraíso inhabitado. En 2010 fue distinguida con el galardón culminante de su carrera, el Premio Miguel de Cervantes. Lo mereció, según dijo el jurado, por una obra extensa y fecunda que se mueve entre el realismo y «la proyección a lo fantástico» y por poseer «un mundo y un lenguaje propios».
«La literatura ha sido el faro salvador de muchas de mis tormentas», dijo la escritora en su discurso durante la ceremonia de entrega del Cervantes, celebrada el 27 de abril de 2011 en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.
El mundo de las letras recordará a Ana María Matute como una escritora con una «voz singular» que retrató como nadie las emociones de la infancia, la pérdida de la inocencia y la crueldad del mundo adulto, con una mirada «mágica». Pero también como una persona extremadamente generosa y alegre, poco amiga de solemnidades y voluntariamente alejada de la feria de vanidades que a veces resulta ser el mundo de las letras. En palabras del editor Jorge Herralde, se ha ido «a reina del mambo».
Soledad Puértolas, escritora y compañera de sillón de la RAE, destacó su universo «singular» y el hecho de que no hay ningún otro escritor que tenga esa «mirada mágica», al tiempo que resaltó su cercanía y sentido del humor. «Teníamos una complicidad que no tendré nunca con nadie».
Juan Marsé, uno de los escritores catalanes en lengua castellana más reconocidos, afirmó que su obra marcó sus propios inicios en la literatura, especialmente Primera memoria, publicada en 1959 y galardonada con el Premio Nadal. Enrique Vila-Matas mencionó también esa obra, lo primero que leyó de ella y que le causó una profunda impresión. En Barcelona «vivía un genio entre nosotros y muchos no habían querido ni enterarse», dijo.
El director de la agencia literaria Carmen Balcells, Guillem d'Efak Fullana-Ferré, afirmó que al igual que Gabriel García Márquez, Matute será «inmortal». «Toda su vida demostró una creatividad espectacular, capaz de desarrollar una amplitud de registros y temáticas, de mundos únicos, espectaculares y densos».
Carmen Posadas dijo que «tenía una voz muy reconocible» y que siempre se esforzó por «mantener viva la niña que llevaba dentro»», mentras Luis Mateo Díez la definió como una «pionera de la modernidad» que creó un «mundo de fantasía muy particular».
Carme Riera, escritora y académica de la lengua, indicó que los libros de Matute reflejan «un mundo mágico»y son la constatación de su gran capacidad «de describir el universo de los sueños» y la imaginación».

miércoles, 25 de junio de 2014

Ha fallecido la escritora Ana María Matute. Dibujo, retrato a lápiz

                                             (Dibujo, retrato a lápiz por Palmeral, 2014)

Ana María Matute, penúltimo testigo de una era en la literatura española, ha muerto a los 88 años y 11 meses, tres años después de recibir el Premio Cervantes que la dejó para siempre en el palmarés de las letras. Hace sólo unos meses, Ana María se dejó ver en Jerez, en la Fundación Caballero Bonald con la buena noticia de que tenía una nueva novela terminada. Será su último legado.
Para entender a Matute, lo más sencillo sería poner en sintonía su instinto y su tiempo. El instinto era la fuga, la fantasía, la fábula... que la hicieron famosa. Rosa María Regàs contaba en su blog en ELMUNDO.es hace unos años que Ana María Matute era famosa entre las chicas barcelonesas de su edad mucho antes de que alcanzara relevancia literaria por la perseverancia con la que se dedicaba a escribir relatos fantásticos.
Y el tiempo, claro, es el de la posguerra, el de 'Nada' y el de 'Habíamos ganado la guerra', por citar dos novelas escritas por mujeres y ambientadas en su ciudad. "A nosotros, los de mi generación, nos cayó la guerra encima cuando estábamos empezando a vivir", dijo alguna vez Ana María Matute.
Ha salido el nombre de 'Nada', de Carmen Laforet. Su estela fue la que abrió el camino a 'Los Abel' (1948), la novela con la que Matute se dio a conocer en 1948. Había una obra anterior, escrita a los 17 años, llamada 'Pequeño teatro' (1954), que salió a flote a partir de ese momento de ruptura y que ganó el premio Planeta de 1954 y que repetía el esquema de 'Nada': un adolescente idealista era el testigo de un mundo hostil e hipócrita. La novedad es que el paisaje ya no era tan minimalista como en 'Nada', había nuevos ropajes, más terciopelo y más poesía. Ana María Matute era la chica del momento.
Pero eso no significa que estuviera predestinada a la felicidad. Su infancia había sido traumática: nómada entre Barcelona y Madrid, marcada por la educación severísima de las Damas Negras, tartamuda y solitaria... Pronto se casó con Eugenio de Goicoechea, matrimonio que fue un nuevo desastre en su vida. Se separaron por iniciativa de ella, lo que la convirtió en una intocable social durante muchos años y le hizo perder, por un tiempo, la custodia de su hijo.
No dejó de escribir y de tener éxito durante los años 50 y 60: 'Los hijos muertos', de 1959, ganó el Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura. Aquella era una historia sobre exiliados que volvían, diferencias de clases, ambientes sórdidos... ¿Había perdido el interés por lo mágico? No. Por esa época, Matute había empezado ya a escribir relatos infantiles. Y no faltaba mucho para que arrancara a componer 'Olvidado Rey Gudú', la novela en la que todos pensamos cuando aparece el nombre de Ana María Matute.


Para la autora de Olvidado Rey Gudú, Premio Cervantes, la Guerra Civil fue una revolución total en su vida. Con apenas 11 años la guerra le marcó muy hondo: "Cuando ocurrió el golpe yo estaba en Barcelona donde vivía con mis padres. Justo ese mismo día nos íbamos de vacaciones a Zarautz. Habíamos terminado el colegio, pero mi padre, ante la magnitud de los acontecimientos, decidió que nos quedáramos".
Su familia, tal y como me contó, era de "derechas" y durante los primeros días pasaron miedo porque en su casa escondieron a religiosos que estaban perseguidos, si bien nunca les pasó nada.

martes, 24 de junio de 2014

Poesía al petardo alicantino



Alicante es un infierno de pólvora y petardos,
las “mascletás” (petardos mayores) se suceden
día a día en cada barrio hasta coronar con una palmera
de fuego gigante sobre el castillo de Sant Baárbara.
Luceros será el eje central del arte del fuego

El olor a infierno de azufre es constante
las aceras se cubren de cigarros de pólvora,
la gente a vomitado sobre las aceras
y el perro hizo su necesidad muy asustado

Uno se acostumbra a no escucharlo,
puesto que no te queda otro remedio
suenan y suenan hasta no asustar a nadie.
El Postiguet se cubre del botellón legal.
las fogatas legales al tresbolillo
Sueltan su fue sagrado.

Son las hogueras de San Juan
donde los corazones de cartón arderán
a fue lento y bomberos a mano labran las llamas.


Ramón Palmeral, 2014

viernes, 20 de junio de 2014

El rey Felipe VI, citó a Cervantes en su discurso de juramento a la Constitución.



El Reye Felipe VI en las últimas frases de su discurso de jura de la Constitución hizo una referencial El Quijote: “ Decía Cervantes en boca de Don Quijote: «No es un hombre más que otro sino hace más que otro”. Por ello quiero contextualizar la frase en El Quijote, que pertenece a  la  Primera parte, Capítulo XVIII

  Se refiere entre otras aventuras a las que llevó a don Quijote a lancear a un rebaño de ovejas. Los pastores le rompieron tres o cuatro dientes, y con tristeza le dice a Sancho:

    —Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro [Se trata de una reformulación del proverbio «Quien no hace más que otro, no vale más que otro»]. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo [Versión del refrán «Tras borrasca, gran bonanza» o «Tras la tempestad, viene la calma»]y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables [ del refrán «No hay bien que dure, ni mal que no se acabe»], y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca. Así que no debes congojarte por las desgracias que a mí me suceden, pues a ti no te cabe parte dellas.

jueves, 19 de junio de 2014

Los poetas que nombró el Rey Felipe VI en su discurso ante las Cortes Generales


El Rey Felipe VI nombró en su discurso de coronación y juramento en la Cortes Generales del 19 de junio a cuatro escritores y poetas, no le importó que fueran republicanos como a Antonio Machado, a Salvador Espriu, a Gabriel Ariste y a Rodríguez Castelao, representantes de los idiomas del Estado: el castellano, el vascuence o euskera, el catalán (que no es valenciano) y el gallego. Y dijo que las lenguas con una riquezas patrominial. Porque indudablemente es un patrimonio inmaterial de los pueblos que hay que proteger. El poeta Antonio Machado (1875-1939) fue republicano y murió en el exilio en  Colliure (Francia), exponente de la poesía en castellano, perteneció a la Alianza de Intelectuales Antifascistas.
       Salvador Espriu (1913-1985) fue uno de los cuatro primeros miembros fundadores de la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana (Asociación de Escritores en Lengua Catalana), poeta novelista y dramaturgo en Catalán.
      Gabriel Aresti (1933-1975) novelista natural de Bilbao fue uno de esos niños exiliados de la guerra, defendió activamente la creación de un idioma común unificado euskera batua.
      Alfonso Rodríguez Castelao (1886-1950), poeta y político gallego, era republicano se instalo en se exilio en Nueva York, Cuba y Argentina donde murió en el exilio.

Ramón Palmeral

Los poetas del rey Felipe VI, por Angel Luis Prieto de Paula

Los poetas del Rey

Felipe VI mencionó en su discurso a cuatro literatos vinculados a la memoria republicana



Según daba a entender socarronamente Juan de Mairena, heterónimo y álter ego literario de Antonio Machado, las afirmaciones de un discurso de la Corona se caracterizan por su evidencia bienintencionada; o, si se quiere, por su previsibilidad. Todo lo que se dice en tales discursos o es obvio (la obviedad los protege contra la disensión: lo evidente no se discute) o aparece como si lo fuera, cargado de una poderosa gravidez simbólica. El discurso de Felipe VI ante las Cortes Generales ha citado a cuatro poetas que forman una encrucijada, en cuanto que su sentido central y compartido es el núcleo de ese encuentro. ¿Qué tienen en común Antonio Machado, Salvador Espriu, Gabriel Aresti y Rodríguez Castelao? Más precisamente: ¿qué comparten estos cuatro escritores que los singulariza respecto a la historia cultural más oficial o epidérmica?
Es notorio que todos ellos pertenecen a la otra España, o a la España otra, porque la España una se había apoderado del solar común. Los trae a colación un rey, aunque (o porque) están vinculados a una memoria republicana. Algunos, como Castelao, incluso tuvieron parte activa en la gobernación de la República o de lo que quedó de ella (antes y después de 1939). Si bien no coetáneos en sentido riguroso, sí son contemporáneos. Antonio Machado, el mayor de todos, nació en 1875, con la Restauración borbónica, y murió en 1939 en Collioure, pueblecito de la frontera francesa donde los desengaños, la enfermedad y una precoz vejez lo hicieron encallar cuando salía hacia un exilio que se convertiría en punto de término. Gabriel Aresti, el más joven, nació en 1933 en Bilbao, y fue uno de esos niños de la guerra cuya batalla más importante la constituyó no un hecho de armas, sino lo que vino después: la “longa noite de pedra” de la posguerra, por decirlo con palabras de Celso Emilio Ferreiro.

Aresti murió joven, diez años antes que Salvador Espriu, y aunque por su edad no tuvo que vivir las mismas desventuras que sus compañeros de cita (Machado y Castelao murieron en el destierro, el catalán Espriu vivió y murió en una suerte de exilio interior, haciendo patria dentro de la patria), a él le tocó, como a Espriu y a Castelao, levantar una obra personal, testimonio de un alma, en una lengua más prohibida que preterida. En esa encrucijada a la que me he referido se cortan los idiomas de la vieja casa ibérica; pero también la continuidad de unas culturas territoriales que tantas veces han vivido de espaldas y que, en la obra de escritores como los referidos, forman una trenza de influencias y enriquecimientos recíprocos.
A Castelao, como a Vicente Risco y los escritores del grupo Nós, se le debe la conformación de un galleguismo cultural que había tenido una dilatada presencia en el mundo hispánico antes del exilio de 1939. Téngase en cuenta que Buenos Aires, por ejemplo, era en los años veinte una ciudad tan gallega en términos cuantitativos como Orense, además de ser “a cidade máis ecuménicamente culta de fala castelán”, en palabras de Eduardo Blanco-Amor, uno de los discípulos de Risco. Pero fue en la posguerra donde sostuvo el pulso de una cultura bajo mínimos, con obras que trascienden su propia entidad literaria, como Sempre en Galiza. La Galicia que Castelao erige desde Nueva York o desde Buenos Aires no tiene mucho que ver con la Castilla que el sevillano Machado erigió desde Soria, Baeza o Madrid; pero una y otra coinciden en el hecho de ser una proyección, a horcajadas entre el panegírico y la elegía, de los afanes y de las heridas de sus creadores.

Gabriel Aresti articula, por su parte, un universo simbólico de la cultura vasca, en tiempos en que los estertores existenciales y los afanes socialrealistas asfixiaron a muchos versificadores, convertidos en emisores de ripios dogmáticos tan sobrados de doctrina como faltos de verdadera poesía. Pero no todos eran como el “hombre al uso que sabe su doctrina” (A. Machado), pues hubo poetas de verdad, como los bilbaínos Blas de Otero y Aresti, que escribieran sendas epopeyas interiores, o cantos líricos de entonación coral, en que lo personal no se opone a lo colectivo, sino que lo ejemplifica y concreta. Otero lo hizo en castellano: así se titula uno de sus libros inicialmente publicado en francés (bajo el rótulo de Parler clair; la censura no consentía que se hablara “en castellano”); Aresti lo hizo en el vasco que aprendió para reconocerse. Aresti, además, es un poeta que, como el Miguel Hernández de los mazos, hoces, martillos o herrerías, compone un imaginario de un impresionante poderío sígnico (que los socialrealistas aprendieron en el cubofuturismo de la revolución soviética).

Frente a ellos, pero también junto a ellos, el catalán (de Santa Coloma de Farners) Salvador Espriu es el más hermético, el más enjuto y recortado de todos; pero su precisión denotativa y su capacidad de irradiación simbólica hacen de él un poeta mitógeno, de esos poetas mayores que generan historias que, como las bíblicas o las de la mitología cretense, parecen haber existido desde siempre y pueden radicarse en todos los lugares: la historia de la torturada Sefarad, madrastra y madre al mismo tiempo; la de la piel de toro (La pell de brau).

Puede, en fin, que los escritores del nuevo Rey no sean exactamente escritores obvios, como parece requerirlo un discurso de la Corona y sobreentenderlo Juan de Mairena; pero están, en su presentación conjunta, cargados de sentido. Quien los ha citado no pretende despojarlos del significado que tuvo su protesta, su desolación, su furia o su melancolía; pero sí quiere, o eso he entendido yo, incorporarlos a una España que no puede renunciar a ellos.

Ángel L. Prieto de Paula es catedrático de literatura de la Universidad de Alicante

viernes, 13 de junio de 2014

"Paroxismo de masas IX", obra del pintor Palmeral

Téxcni ca mixta sobre papel.

"Paroxismo de masas IX"

Kit White escribió: "Una imagen bien construida de algo aparentemente insignificante puede llegar a ser una obra maestra".
Las fronteras del arte están donde al arrtista le da la gana ponerlas (Palmeral).

jueves, 12 de junio de 2014

miércoles, 11 de junio de 2014

"Un paso al frente", novela del teniente Luis González Segura.

 


(El teniente Luis Gonzalo Segura, con un ejemplar de su novela, ayer en la Feria del Libro de Madrid. / carlos rosillo)

¿Puede castigarse al teniente Luis Gonzalo Segura de Oro-Pulido por las opiniones del teniente Guillermo Fernández? El primero es un teniente de complemento, madrileño de 37 años, destinado en el centro de transmisiones del Ejército de Tierra en Pozuelo de Alarcón. El segundo es el protagonista de la novela Un paso al frente; es decir, un personaje de ficción.
El teniente Segura es también el autor de dicho libro, que pinta un cuadro sombrío de la vida militar, salpicado de corruptelas, privilegios y abusos de poder (desde el reparto arbitrario de condecoraciones al recorte de la comida de la tropa para poner una sauna a los mandos o el fraude del combustible), del que ha vendido más de 10.000 ejemplares y que prepara ya su cuarta edición; seguramente más por el tema que aborda que por sus cualidades literarias.
El Ejército de Tierra le ha abierto un expediente gubernativo, que puede concluir con su expulsión de las Fuerzas Armadas, por una carta al ministro de Defensa incluida como epílogo de la novela. El instructor del expediente considera que esa carta vulnera el código disciplinario castrense, que tipifica como causa de sanción extraordinaria “realizar actos gravemente contrarios a la disciplina, servicio o dignidad militar, que no constituyan delito”.
Ciertamente, la misiva no es muy respetuosa con su destinatario, del que teme que le preocupe más “cobrar el salario a fin de mes, completarlo con algún sobre que otro con el que defrauda a su propio compañero (el ministro de Hacienda), cobrar dietas por hacer su trabajo, colocar a sus familiares y amigos en algún puesto de la Administración, algún que otro chanchullo con una empresa amiga y quizá alguna comisión” que arreglar los problemas de las Fuerzas Armadas. Asegura no comprender que “los políticos como usted [...] prefieran la negligencia y la corrupción, que les confinan a las cloacas más oscuras de la historia”, en vez de empeñarse en “la erradicación de la extrema corrupción y del bochornoso despilfarro que existe en el Ejército, o al menos su mengua”.

viernes, 6 de junio de 2014

Lo que el poeta José Hierro le dijo al Principe Felipe en 1981

Cuando el poeta José Hierro acababa de recibir el premio Príncipe de Asturias de Literatura el 3 de octubre de 1981 y era la primera convocatoria de estos galardones que llevan el nombre del título del heredero que ahora va a ser Rey. A Hierro le correspondió hablar en nombre de los premiados.


El autor de Cuaderno de Nueva York, que había sufrido cárcel en el franquismo y que condujo toda su vida una existencia espartana y comprometida, sintió que era momento para explicarle al príncipe una lección de convivencia democrática y de respeto a la cultura en un país que había sufrido la dictadura. Le dijo: “No soy tan impertinente --ni tan sabio-- como para permitirme dar lecciones. Quiero nada más llamar la atención sobre un acto que, tal vez, cuando sea un descendiente vuestro quien ostente el título de Príncipe de Asturias, quede desvaído en vuestra memoria. Este acto es significativo porque supone un reconocimiento de algo que no siempre los gobiernos toman en cuenta: los valores de la cultura. Las dictaduras”, prosiguió el poeta, “ponen la cultura –una sola, la suya—al servicio de su política. Las democracias se ponen al servicio de la cultura, la aceptan como es. En el fondo es una tarea inteligentemente política. Porque de la misma manera que constituía una torpeza la pregunta de Stalin refiriéndose al Papa, ¿Con cuántas divisiones cuenta?, resulta poco inteligente preguntarse con cuántas divisiones cuenta un investigador, un músico, un poeta”.
El poeta, por ejemplo, parece un adorno del “pináculo de un edificio”, añadió Hierro. “Pero ese objeto considerado poco menos que objeto decorativo, y al que se rompe y arroja al vuelo despiadadamente, puede causar enormes daños en su caída. Pongamos un nombre a esa voluta –Federico García Lorca—y sabremos, desde el punto de vista público, el daño que hizo al ser derribado”.

Diario "El País", 6 de junio 2014

martes, 3 de junio de 2014

Presentan Constitución Mexicana en diferentes lenguas indígenas


La traducción de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a las lenguas indígenas maya, mixteco, tzotzil y zapoteco, se puede consultar a partir de hoy, luego de la presentación de los referidos documentos.
El acto, realizado en el Senado de la República, contó con la participación del senador Melquiades Morales Flores, presidente de la Comisión Especial encargada de los Festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, y la secretaria técnica de la misma, Patricia Galeana.La historiadora recordó que "el 5 de febrero pasado, en el 193 aniversario de la Constitución que nos rige, se publicó la traducción al náhuatl de la Carta Magna, a partir de entonces, se distribuye en todas las comunidades hablantes de esa lengua en todo el país."Hoy tenemos la satisfacción de presentar la publicación de las traducciones al maya, mixteco, tzotzil y zapoteco, que son las lenguas más habladas en México después del náhuatl, con ello se atiende una deuda histórica", dijo.Como testigo especial estuvo el doctor Miguel León-Portilla, miembro del Consejo Consultivo de la comisión señalada, así como los senadores Heladio Elías Ramírez López y Renán Cleominio Zoreda, quienes en su oportunidad ponderaron el esfuerzo de traducción y editorial que encierra estas obras.
También estuvieron en la presentación de esta mañana, numerosos representantes de esas lenguas originarias de México, quienes aplaudieron las publicaciones.Igualmente asistieron los traductores Lorenzo Hernández Ocampo (mixteco), Feliciano Sánchez Chan (maya), José Vázquez López (tzotzil) y Javier Castellanos Martínez (zapoteco), quienes hablaron de su experiencia literaria.En su oportunidad el maestro León-Portilla mencionó que "no podemos permitir que se pierdan nuestras lenguas originales, pues se cierran ventanas para comprender el mundo", en lo que manifestó su acuerdo la maestra Galeana. NTX/JCC/RML/MCV